Ahora, quedan tres candidatos para el voto de hoy, que podría llegar a una segunda vuelta, el viernes, si nadie gana una mayoría absoluta:
- Martine Aubry. 58 años. Llevó la semana laboral de las 35 horas a los franceses. La ahora la alcaldesa de Lille (norte) se presenta como la mejor oportunidad para reunificar al partido. Propone volver al "corazón de la izquierda". Hija del antiguo presidente de la Comisión europea Jacques Delors, tiene el apoyo de dos "elefantes" del partido, Laurent Fabius y Dominique Strauss-Khan. Es ahora favorita desde que Betrand Delanoë pidió el lunes a sus militantes que votaran por ella. Juntas, sus dos mociones lograron el 49,5% de los votos.
- Benoît Hamon. 41 años. El finalista sorpresa de la carrera para el liderazgo de los socialistas es un joven eurodiputado que empezó su carrera política militando en la asociación SOS Racismo y un sindicato de estudiantes. A la izquierda del partido, denuncia la falta de diversidad étnica de su formación e incluso usa a Barack Obama para promover su candidatura, afirmando que si el presidente electo americano fuera un socialista francés, nunca hubiera logrado llegar tan alto como en su país. Usa la tensión extrema entre sus rivales para aparecer como el renuevo que permitirá olvidar las sangrientas luchas internas. Su moción sorprendió al lograr el 19% de los votos.
- Ségolène Royal. 55 años. Ex-candidata a las presidenciales de 2006, reunió casi el 47% de los votos frente a Nicolas Sarkozy pero sigue siendo una personalidad muy divisiva en su partido y fuera de él. La presidenta de la región Poitou-Charentes (oeste) quiere "modernizar" el socialismo y no rechaza alianzas con la formación centrista de François Bayrou. Algo que significaría un giro a la derecha según sus adversarios. Frente al odio que genera en parte de sus filas, intenta posicionarse fuera del partido, dirigiendo sus discursos a todos los franceses. Es la ex-compañera sentimental de François Hollande, con quien tiene cuatro hijos. Su propuesta política llego primera en el Congreso con un 29% de los votos.
Desde el cierre del fracasado Congreso, las críticas entre los socialistas galos han ido 'in crescendo'. A Royal, que denuncia una "perdida del sentido de honor" en su partido, el ex-ministro Jack Lang replica que tiene primero que "limpiar en frente de su propia casa", mientras Delanoë alude a la falta de convicciones de la ex-candidata a presidente. "Hay veneno en la sangre del partido", "la situación está degenerando", sintetizó Benoît Hamon el martes. La noticia de que Delanoë empujaba sus militantes a votar para Martine Aubry cuando había dicho el domingo que no se pronunciaría fue lo que sacó a Ségolène Royal de sus casillas. "Hay un claro frente [anti-Royal]", declaró en un programa de radio, antes de admitir que el apoyo de Delanoë a Aubry "complicaba" sus perspectivas de ganar.
Es verdad que Ségolène Royal provoca urticaria en parte de la militancia socialista que abucheó sus discursos durante el Congreso, según los periodistas presentes. Pero no hay que darla por vencida todavía. Según el jefe de la sección de política del diario conservador francés Le Figaro, Philippe Goulliaud, que habla en su Web (), "el "todo menos Ségolène" podría empujar a los militantes a movilizarse a favor de Royal. Es muy popular."
Mientras, analistas, políticos y los propios militantes advierten de la posibilidad de la explosión y desaparición del partido socialista, Nicolas Sarkozy adopta un discurso de izquierdas en su lucha contra la crisis financiera, presentándose como el enemigo del liberalismo excesivo.
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